He caminado por un largo tiempo, siento entumidas mis extremidades y el frío apenas ha tenido eco sobre mi piel; siento las mejillas arder y me falta el aliento.
He recorrido las mismas calles de siempre y a esta hora todo esta vacío la gente duerme en sus cálidas moradas y yo siento un gran vacío en mi interior; temo tocar mi pecho, tengo miedo de acercarme a ese hueco y como Alicia caer y caer sin llegar al fondo.
Hace tiempo que no extrañaba el verano, que no me arreglaba tanto como para sentirme bella a través del espejo. Falta poco para llegar, ya duelen los pies; el abrigo es innecesario, el sudor corre por mi frente y quema mi piel.
Hay un punto pasada la media noche en el que cielo es más oscuro, en ese momento llego al tan ansiado lugar reuno el valor suficiente para tocar esa puerta; veo una luz por la ventana y alguien se asoma, me siento demasiado confundida.
Escucho pasos que se acercan a la puerta y mueren junto a ella, solo su respiración me indica que está despierto y en ese momento no sé que hacer... No puedo articular palabra y desde varios minutos atrás las lágrimas se han secado en mi bufanda.
Doy la vuelta y sigo caminando por la calle, sigo un camino diferente al que tomé para llegar aquí. Sé que algo se rompió, pero aun no sé que fue...